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Paz y Ciencia

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El hombre en busca del sentido último. Frankl

Tratar de hallar un sentido a la vida es una prerrogativa del hombre, y también lo es preguntarse si este sentido existe realmente o no. Esta búsqueda es la manifestación de una profunda sinceridad y honestidad intelectual. Particularmente, este preguntarse acerca del sentido de la vida constituye el desafío de la juventud. Pero en todo caso, esta valentía debe venir acompañada de paciencia. La gente debe ser lo suficientemente paciente como para esperar que, más pronto o más tarde, encontrarán el sentido que andan buscando. Eso es lo que deden hacer, más que huir de sus vidas, o refugiarse en las drogas.
Y, en los casos de vacío existencial, se debe comunicar enseguida este mensaje al hombre, si hace falta en forma de "primeros auxilios". Para demostrar lo importante que pueden ser estos primeros auxilios, me gustaría citar a Albert Einstein: "El hombre que piensa que su vida no tiene sentido no es que sea infeliz, es que no sirve para vivir". Es más, la supervivencia depende de la dirección que se le dé a la vida. Pero en todo caso, no se le debe otorgar a la supervivencia un valor supremo. A menos que la vida se centre en algo que esté más allá de sí misma, la supervivencia deja de tener sentido. Ni siquiera es posible. Eso es lo que de verdad aprendí en mis tres años en Auschwitz y Dachau, y mientras me lo confirmaban los psiquiatras en los campos de concentración: sólo aquellos que miraban hacia el futro, hacia un objetivo en el futuro, hacia un sentido que darle a ese futuro, sólo ellos llegarían a sobrevivir.

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